1918. Bombas de doble recipiente

Historia

En Francia el automóvil ya estaba bastante extendido, sobre todo en las grandes ciudades.

Tan pronto como terminó la guerra, un cierto número de industrias intuyeron el potencial del nuevo mercado y se entregaron a la construcción de las primeras estaciones de servicio europeas en las carreteras, en parte copiando los ejemplos americanos y en parte proponiendo soluciones originales.

Una auténtica innovación se produjo en el caso de las bombas de combustible visibles: la bomba monovaso dio paso a un tipo completamente nuevo con dos recipientes, normalmente de cinco litros cada uno, que sustituyó al gran recipiente individual. En lugar de un índice numérico graduado, utilizó un simple aliviadero en la cima de los tanques que les permitía operar en tándem.

El encargado comenzaba a llenar el primero, cerrándolo cuando el nivel llegaba al aliviadero, momento en el que accionaba una pequeña palanca, obteniendo un doble resultado: los cinco litros que contenía el recipiente lleno hacían el recorrido de la manguera y, al comenzar a bombear, fluía el combustible nuevo hacia el segundo recipiente.

Una vez que se rellenó este último, se giraba el interruptor y el proceso comenzaba de nuevo. Mientras se llenaba un depósito, el otro se vaciaba en el vehículo, y así sucesivamente en incrementos de cinco litros. Si bien el método era conceptualmente elegante, la dosificación no fue muy rápida.

Unos años más tarde, el proceso se simplificó mediante la adición de grifos de bola flotantes que hicieron automática la inversión de los recipientes.

Sin embargo, los modelos manuales, considerados más duraderos, continuaron en producción. Se vieron bombas monovaso de columna totalmente americanas no sólo en Francia sino también en otras partes de Europa.

Pero fue el tipo de doble recipiente el que llegó a caracterizar en gran parte las calles del viejo continente.